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San Frutos (c. 642-715) y sus hermanos, San Valentín y Santa Engracia, pertenecían a una acomodada familia de la Segovia visigoda. Sintiendo la llamada de Dios, que les invita a seguirle de un modo más intenso, vendieron todas sus posesiones, las donaron a los pobres y se encaminaron al “desierto”.
Jesús lo miró con amor y le dijo: ― […] ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres […] luego ven y sígueme. (Mc 10, 21)
Tras la invasión musulmana (año 711), San Frutos arriesgó su vida en defensa de su fe en Cristo y sus hermanos. Testimonio de esta defensa es la popular tradición de los milagros de “La cuchillada”, “La Despeñada”, y la “Disputa sobre la Eucarístia”. Muriendo por causas naturales en el año 715, fue enterrado por sus hermanos, que se establecieron en el monasterio de San Zoilo, en las inmediaciones de Caballar. Poco después, Valentín y Engracia fueron decapitados por los musulmanes, dando con su martirio un último testimonio de una vida totalmente entregada a Dios. Los cuerpos de los tres hermanos se veneran hoy en la Catedral de Segovia.
Según la tradición, abonada por las fuentes escritas y arqueológicas, durante los últimos tiempos visigóticos el santo segoviano Frutos (¿642?-¿715?) llevo una vida anacorética en el paraje de su nombre, con sus hermanos también canonizados Valentín y Engracia, cada uno en un retiro distinto y aislado, donde después se levantaron las ermitas a ellos dedicadas, o sea Frutos en la cumbre, Valentín a media ladera y Engracia a orillas del río.
Habiendo sobrevenido la invasión musulmana, perseguido Frutos por los moros golpeó con su bastón el suelo, esté se abrió en la hendidura ahora conocida por la Cuchillada y les impidió el paso. Se le atribuye también el milagro de haberse arrodillado un asno ante la sagrada forma cuando él disputaba con un islamita sobre la presencia real de Jesús en ella. Frutos murió al poco tiempo donde había vivido y Valentín y Engracia se establecieron en las inmediaciones del pueblo de Caballar –donde también hay un valle levemente encañonado y con cuevas-, cerca de Turégano, donde fueron decapitados por los moros. Sus cabezas rebotaron al caer a tierra, brotando entonces de estas la llamada Fuente Santa, donde se las sumerje en los tiempos de sequía para impetrar la lluvia, llamándose esta devoción las mojadas.
A Frutos se le representa con un bastón o cayado, a Valentín con un báculo y a Engracia con una cruz, atributos que a veces se sustituyen en ambos por un libro, el cual Frutos lleva siempre en la otra mano, donde sus hermanos la palma del martirio.
Las fiesta de San Frutos es el 25 de octubre y la de sus dos hermanos el día siguiente. El 21 de noviembre se celebra la traslación de las reliquias de aquel, por su hallazgo en la catedral de Segovia el 1466. San Frutos es el patrón de la diócesis de Segovia desde inmediatamente después de la restauración de esta el 1119 o 1120. En el lugar había también romería el domingo de la Santísima Trinidad.